Eran bonitos los tiempos en que los laboralistas escribíamos sobre derecho del trabajo. ¡De verdad! A veces había que tratar de la idea misma de la relación laboral, de su sustancia y pelearse con manuel Alonso Olea y su tesis, oficializada en España por los fieles seguidores de Manuel, sobre la ´ajenidad´, palabreja que requiere, dicho sea de paso, explicaciones acuciosas. En otras ocasiones discutíamos en algún Congreso sobre el concepto de jornada. O sobre la libertad sindical, que en nuestro corporativo mundo mexicano es hacer ciencia ficción. O sobre huelga, cuando era un simple derecho de los trabajadores... Pero esos lindos tiempos ya pasaron. Ahora los laboralistas, más con audacia que con autoridad, nos enfrascamos en áridos temas económicos y hablamos con fruición de la inflación y del desempleo, y de las perspectivas a corto, mediano y largo plazo. Y de la crisis de ahora y de su negro futuro. Y del Tercer Mundo, que va que vuela para el Cuarto. O nos enredamos con temas de Sociología o nos atrevemos a meternos con la Cibernética, causa eficiente de una Revolución Tecnológica que trae de cabeza al empleo.