El outsourcing representa un tema recurrente en el actual debate laboral, pues la ola expansiva de la externalización no se ha detenido en tareas que podrían ser consideradas ´´complementarias´´, sino que en los últimos años se han ido incorporando otras labores que forman parte de la actividad principal de la empresa, lo cual obliga a revisar y a redefinir los límites razonables para distinguir entre una tercerización legítima, en la que el suministrador externo agrega valor a los servicios que presta, y otra ilegítima, que sólo busca evadir las obligaciones patronales, haciendo el trabajo cada vez más precario en todos los sentidos. Las viejas disposiciones sobre los intermediarios, que atienden todavía las formas más primitivas de la mercerización, son insuficientes para responder con eficacia ante las vías de defraudación a los trabajadores y, junto con ellos, a las instituciones de seguridad social. Tienen además el agravante de que e incorporan a un discurso empresarial socialmente irresponsable, que cuenta con el beneplácito de algunos gobiernos que creen que la reducción de los costos laborales, casi por cualquier vía, es un punto a favor en el desarrollo de sus políticas industriales. No cabe duda de que el debate sobre el outsourcing se inscribe en el más amplio de la flexibilización -en su extremo más pernicioso- y éste, a su vez, forma parte de la discusión sobre el neoliberalismo y sus terribles efectos para los trabajadores. El lector tiene el testimonio y las reflexiones de nueve laboralistas latinoamericanos de enorme prestigio, que dan cuenta de que el fenómeno es semejante en sus países: Argentina, Brasil, Chile, España, México, Panamá, Perú, República Dominicana y Uruguay. Sin embargo, las respuestas legislativas y jurisprudenciales no son tan similares y en ocasiones son francamente disímbolas, una realidad que, sin duda, representa un reto para el derecho del trabajo.