Nada más tristemente ciento en el México de hoy que la guerra es la política por otros mediosö, como sentenció hace doscientos años el mariscal prusiano Karl von Clausewitz. Temeroso de la eventual confluencia del movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador con los brotes de descontento social del año de 2006 (Lázaro Cárdenas, Pasta de Conchos, Atenco y Oaxaca), el gobierno neoconservador emprendió una guerra para enfrentar lo que en su momento llamó el México del caosö. El enemigo declarado era el crimen organizado, pero uno de los objetivos implícitos prioritarios era poner orden en las clases subalternas, desarmar la resistencias a la modernización entendida exclusivamente como la promoción del interés privado, Durante todo su mandato, el segundo presidente panista trataría de romper cualquier agregado colectivo que obstaculizara este proyecto y, cada vez que lo juzgó necesario, empleó la fuerza el Estado.áEn este libro, los autores examinan la violencia generalizada que ha vivido México, especialmente desde la llegada de Calderón a la presidencia. Mediante un examen de las elaboraciones conceptuales sobre la guerra más destacada de la época moderna, descartan que la llamada guerra contra el narcotráficoö cumpla con las características de una guerra civil y/o con los rasgos legitimadores de una guerra justaö. Propinen que si esta guerra ha fracasado en sus objetivos de reducir el tráfico de drogas y derrotar a los cárteles, ello se debe a que la decisión, los cálculos, la identificación del enemigo y el diseño de la estrategia fueron imprecisos y erróneos desde el principio. Señalan que hoy, más que nunca, el recuento de los daños es una obligación: el estudio describe el costo humano del estado de guerra y el peligro que éste representa para la débil democracia mexicana, así como sus efectos sobre los movimientos populares, periodistas y defensores de los derechos humanos, y su papel en la criminalización y contención de las luchas sociales.