Admirar un imponente monumento construido a lo largo de tres siglos y que ofrece logros artísticos, es la actitud común de quienes desde la Plaza Mayor de la ciudad de México dirigen la vista hacia el costado norte. Preguntarse cuáles fueron las etapas principales de la construcción, cómo se obtuvieron los recursos para realizarla, de qué lugares salieron los operarios, quiénes fueron y de qué manera trabajaron en ella, de dónde provinieron los materiales y por qué vías fueron transportados, cómo soportaron ese colosal esfuerzo la economía y la sociedad de la Nueva España en los siglos XVI, XVII, XVIII y comienzos del XIX, ya representa un enfoque histórico que no muchos hacen suyo y que requiere de una amplia documentación, pacientemente investigada, para obtener algunas respuestas, así sean parciales. Cierto es que no han faltado del todo, ni podían faltar, los estudiosos de tan notable templo, entre los cuales ocupa lugar prominente el historiador del arte colonial mexicano, Manuel Toussaint, a quien se deben los tres trabajos siguientes: Paseos coloniales, México, Imprenta Universitaria, 1962, donde estudia ´La primitiva catedral de México´, en las pp. 1-5. Arte colonial en México, México, Imprenta Universitaria, 1962, pp. 53-54, y p. 11, en cuanto a la catedral vieja de México. La catedral de México y el sagrario metropolitano, su historia, su tesoro, su arte, segunda edición, México, D. F., Editorial Porrúa, 1973, pp. 17-19, particularmente, y p. 31. Ahora bien, Toussaint buscaba ante todo las noticias relativas a la historia artística, y no obstante haber tenido a la vista la documentación que nos proponemos analizar, no extrajo de ella, que sepamos, toda la riqueza hacendaria y social que contiene. Véase, pues, nuestro estudio como un complemento de los de tan destacado maestro, con miras a esclarecer los aspectos que mencionamos al comienzo de las presentes líneas.
