Pintar el retrato, relatar la historia y criticar la producción de cualquier escritor, por grande que sea, es siempre una obra grata, a condición de que su complejidad espiritual no traspase ciertos límites. Un sinnúmero de monografías, relativas a los escritores de mérito, ponen a nuestra disposición un material abundante y sistematizado. Aprovecharlo, sacar de un montón de datos un compendio equilibrado, atrayente como exposición, exacto como pintura, es nada más que cuestión de competencia y de olfato artístico. Mas, para que esto sea posible, la vida del escritor que nos interesa debe proporcionar hechos, y su obra composiciones que permitan asentar el juicio sobre algo real, tangible. Empero, la vida de Gógol, así como su abra, salen de lo real, de lo tangible, su biografía es la historia de su alma, de su lucha interna, y los sucesos que la esmaltan son enigmáticos hasta para sus amigos íntimos. Su ardor místico, sUs dudas trágicas, Gógol las vivió en su alma, y, ¿qué sabemos nosotros de un alma humana, aun de la más sencilla y elemental? Gógol es sumamente comunicativo, se entrega con una buena voluntad, con una sinceridad evidente, pero eso no quiere decir que en su vida, así como en sus escritos, todo esté perfectamente claro, hasta para la gente que acepta la revelación, en cuanto a los racionalistas, para ellos el problema de sus padecimientos no tiene otra solución que la de considerarlo como un enfermo psíquico.