En uno de sus ensayos, Unamuno escribe que la esencia del hombre no es sino el esfuerzo que pone en seguir siendo hombre, en morir. Y es esta lucha lo que impulsa y da vida a Augusto Pérez, el personaje de su novela cumbre -o mejor dicho, nivola- Niebla. En un principio Augusto se enamora de una mujer que apenas conoce y a la cual idealiza de una manera casi quijotesca. Su agonía por existir se vuelve más dramática cuando se difumina el espejismo que hasta ese momento creía el motivo de su existencia y al descubrir que tanto su realidad, así como la de su autor y la del lector, está construida sólo de palabras, de ideas. Con Niebla, Unamuno creó un nuevo género, totalmente moderno, único, un experimento literario, con raíces filosóficas, que hace explícita su propia lógica formal, a través del cual nos hace ver que aquello que creemos que es la verdad, no es más que un sueño, una mentira que nos creemos para sobrevivir ante el abismo de nuestra expiración y el sinsentido de la vida.