Hace poco menos de mil años, en los siglos XII y XIII, en las cortes de Provenza, en el sureste de Francia, nació una idea del amor y una forma de expresar esa idea del amor que perdura hasta nuestros días. Declarándose fieles del amor cortés un grupo de poetas de distintos estratos y estilos cantaron a la mujer en formas precisas y musicales, exaltándola como forma suprema del conocimiento. A dichos poetas se les conoce con el nombre de trovadores porque su arte consistía en trovar, es decir, encontrar las palabras más adecuadas para que sus composiciones, hechas de medidas regulares y de rigurosas rimas, fueran las más hermosas y efectivas. En estas composiciones la dicción poética y la música estaban estrechamente unidas. Un siglo después, en Italia, Dante Alighieri y sus contemporáneos estudiaron y transformaron las enseñanzas de los trovadores. La canzon (canción) provenzal dio lugar a la canzone italiana, que se cantaba con acompañamiento, y ésta al soneto, ´pequeña melodía´, una forma poética autónoma, que prescindió de la música y que durante el siguiente milenio en Occidente se extendería a todas las lenguas y todas las literaturas. Dante, Petrarca, Shakespeare, Cam?ens, Ronsard, Góngora, Lope, Quevedo, Sor Juana, Goethe, Wordsworth, Pushkin, Baudelaire, Mallarmé escribieron sonetos. El soneto se convirtió en el vehículo a través del cual los más grandes poetas fijaron la esencia de su arte. En esta antología figuran cerca de 100 sonetos, de diferentes lenguas y épocas. El soneto, a su vez, se transformó en la balada, que se desarrolló en Francia en el siglo XV, y más tarde en Inglaterra durante el período isabelino y en Alemania en los dos siglos siguientes. La poesía occidental es una ola de tradiciones e influencias. El inglés Geoffrey Chaucer en el siglo XIV adoptó y adaptó las formas poéticas francesas. Dos siglos más tarde Joachim du Bellay y el grupo de la Pléyade introdujeron en Francia modos de versificación griegos, latinos e italianos. En ese mismo siglo, el XVI, Boscán y Garcilaso transformaron la poesía española trasladando la música verbal italiana al español. Las ´contaminaciones´ y contactos han enriquecido y ampliado el universo poético de las distintas literaturas. Junto con la persistencia de las formas ha perdurado una ´filosofía´, una idea del mundo: la concepción del amor que nació en Provenza y que ha sido el tema fundamental de la poesía en Occidente. Marcó a Petrarca y a sus sucesores en diversos idiomas durante todo el Renacimiento, impregnó el sentido de la búsqueda de los poetas románticos a lo largo de los siglos XVIII y XIX, y se convirtió en el alimento espiritual de los poetas modernos. Este segundo tomo de Lecturas de Poesía Clásica quiere dar cuenta de esa trayectoria. En el milenio que terminó nacieron y se expandieron las lenguas de Occidente: alemán, catalán, español, francés, inglés, italiano, portugués, ruso, y las literaturas que las expresan. Aquí se reúnen algunos de los poemas más representativos que se han escrito en esas lenguas en ese vasto período.