Entre los sinólogos hay una leyenda popular sobre los primeros occidentales -un grupo de jesuitas eruditos- que estudiaron el I Ching en el siglo XVII. La tarea comenzó con gran alegría y esperanza, se aprendió el idioma, y los significados fueron descifrados y examinados con madurez. Entonces vino la tragedia. Algunos de los jóvenes inteligentes estaban locos. La dificultad para entender la sabiduría del I Ching dentro de las categorías de la mente occidental, simplemente abrumó a estos hombres consagrados. Finalmente, la Compañía de Jesús se vio obligada a abandonar el proyecto, incluso a prohibir cualquier estudio posterior de esta extraña escritura China. Este relato, si bien apócrifo, arroja luz en la obra del Dr. José Arguelles, porque él también se ha sumergido de todo corazón, en aquello que para la mente occidental es un sistema de conocimiento igualmente desconcertante, o sea el Tzolkin Maya. Después de gastar una parte de su vida dando vueltas alrededor de este enigma, el Dr. Arguelles nos explica con su relato lo que significa, y realmente es un relato sorprendente. Se nos pide que examinemos los siguientes puntos, entre otros igualmente insólitos: Primero, que la historia humana está formada en gran parte por un rayo galáctico a través del cual la Tierra y el Sol han estado pasando durante los últimos 5.000 años, y que nos espera un gran momento de transformación, a medida que lleguemos al final del rayo en al año 2012. Segundo, que las perspectivas y actividades culturales del mundo se basan en la naturaleza de las ´estaciones galácticas´, cuyo código fue captado matemática y simbólicamente por los mayas. Tercero, que cada persona tiene el poder para conectarse directamente, ya sea sensoria, sensitiva, o electromagnéticamente con la energía/información de este rayo que emana del corazón galáctico, y de este modo se puede despertar la auténtica mente, es decir, la mente superior, la mente profunda. Indudablemente muchos pensarán que el Dr. Arguelles ha seguido el mismo camino de los jesuitas, quienes se extraviaron en el I Ching, y se volvieron dementes y maniáticos, quedando aislados en sus propias fantasías engañosas.
