¡Cuántos hombres ilustres hay cuyas vidas no están a la altura de sus obras!, exclama el académico e historiador francés de origen ruso Henri Troyat. Ante tales existencias carentes de emoción, el estudioso siente el impulso de convertirse en novelista e inventar acontecimientos que aporten cierta intensidad al devenir de tales personajes. No es éste el caso de Dostoievski, pues el autor de Crimen y castigo o Los demonios, entre otros muchos títulos, recuerda a uno de los héroes de sus novelas. Hombre de grandes pasiones -tanto con las mujeres a las que amó como con los colegas y personas con las que se relacionó-, que vivió frecuentemente en la miseria y en muchas ocasiones recurrió a la escritura para escapar de esa pobreza, sufrió la cárcel y fue deportado por intrigar contra el gobierno. Dostoievski se nos presenta como un ser fascinte y sus obras aparecen ante nuestros ojos estrechamente vinculadas a los acontecimientos a los que tuvo que enfrentarse. Pincelada tras pincelada, minuciosamente pero sin limitar sus objetivos, el retrato de Dostoievski se amplía hasta convertirse en un fresco de su época. En él se percibe ´ la sinceridad y el amor´ con que Troyat afirmaba haber elaborado esta biografía.