¿Hasta qué punto el individuo puede dejarse absorber por la globalización? Cada día somos testigos de alguna nueva amenaza medio ambiental o catástrofe bélica; el capitalismo desregulado desplaza dinero, empresas y trabajadores entre países, mientras las nuevas tecnologías nos ponen en contacto, en tiempo real, con el último rincón del planeta, pero crean nuevas dependencias y acrecientan la fragilidad del sistema global. La globalización nos obliga a una vertiginosa transformación de nuestra forma de pensar y vivir. Safranski defiende la necesidad de un sujeto autónomo y moralmente responsable de sus actos pero que a menudo se ve superado por las exigencias de un todo -social, económico y simbólico- que amenaza con devorarlo. Así, los individuos deben crear su espacio vital para evitar ser monopolizados por el avance de la globalización. Sin embargo, el desarrollo de formas alternativas de un ethos globalö sólo puede tener éxito si no se olvida la otra gran tarea de la humanidad: remodelarse a sí misma.