Las cosas hermosas que escribiremos si poseemos talento están en nosotros, difusas, como el recuerdo de una melodía que nos cautiva sin que podamos alcanzar su contornoö, escribe Proust en Contra Sainte-Beuve, y en efecto, en esta obra el autor empezó a recordar esa melodía que se convertiría, años después, en su célebre En busca del tiempo perdido. Bajo la forma de una conversación con su madre, Proust despliega numerosos motivos de esa cadencia: momentos en que un pequeño gesto del presente le lleva al pasado (entre ellos la escena que prefigura aquella otra, famosa, de la magdalena);el insomnio, los sueños y los placeres solitarios; los ruidos de la calle que se cuelan en la habitación; una hermosa condesa; las impresiones que le causa un rayo de luz en el balcón; la llegada a Venecia; páginas memorables sobre el crítico Sainte-Beuve y grandes escritores como Baudelaire, Nerval y Balzac; los Guermantes y la homosexualidad, o la infancia en Combray.