Si nunca es fácil esbozar la biografía de un personaje más o menos popular, resulta mucho más difícil cuando, como en el caso presente, el personaje en cuestión es un ser al que la naturaleza marcó con el sello de la deformidad. En efecto, Henri de Toulouse-Lautrec, descendiente de una familia aristócrata, afincada en el Midi de Francia, sufría de una enfermedad congénita que desde muy joven puso una terrible debilidad a sus piernas.