Si Paul Cézanne estuvo próximo a la pluma, en perjuicio del pincel, que le ofrecía un literato de la talla de Émile Zola, Pierre Auguste Renoir no estuvo mucho más lejos de haberse decantado por la música, en detrimento de la pintura, con el apoyo propuesto por un compositor de la altura de Charles Gounod. Por lo demás, las trayectorias humanas y artísticas de estos dos genios de la paleta no contaron con muchos puntos en común.