Va a cumplir sesenta años y está casado con una mujer de la que nunca ha estado verdaderamente enamorado. Su notaría es una de las más importantes de la ciudad, dispone de más dinero del que necesita y por fin puede tomarse todo el tiempo libre que quiera. Pero desde hace unos meses ha dejado de desear. Los viajes, el mar y hasta la pintura y las mujeres han comenzado a serle indiferentes. Él creía que la vejez iba a ser la desesperación de desear algo y no tener fuerzas para conseguirlo, y no esta planicie sin gozos ni dolores. Un día entra en un bingo. Se sienta en una mesa y piensa, como le sucede a menudo estos días, en Ana, su primer amor. Pero muy pronto llega Rosa, una madura y aún atractiva binguera, que además es muy sabia, como descubrirá nuestro hombre cuando ella se convierta en su guía por ese nuevo mundo. Una comunidad que le ofrecerá una segunda oportunidad de gozar, de desear.