Churchill nos enseña con su liderazgo que nunca debemos arrojar la toalla, que el triunfo siempre llega para el que persevera, que la sinceridad y la honradez puede llevarnos más lejos que la mentira y la hipocresía. Su vida asumió esta constante de firmeza, desde su papel de aventurero y corresponsal en el The Daily Graphic, cubriendo las guerras de Cuba, los Bóers y Sudán, hasta su primer cargo como Primer Lord del Almirantazgo, como soldado en el Cuarto de Húsares o parlamentario conservador en el Parlamento, como primer ministro o escritor. En definitiva un hombre capaz de triunfar en todo lo que se proponía.