Gerónimo González Garza cruzó la frontera de México con Estados Unidos por primera vez en 1969. Desde entonces y hasta principios de los noventa, cuando finalmente se asentó legalmente en Texas, con su esposa e hijos, llevó una vida nómada. En Estados Unidos encontró oportunidades que nunca tuvo en su país. También encontró su voz. Como un sordomudo que no ha aprendido el lenguaje de señas, la frontera noreste del país carece de un lenguaje propio en estos tiempos de guerra. Y sin lenguaje, el pensamiento y la libertad se desvanecen.