En la periferia sudeste de la egocéntrica Europa de finales del siglo XIX y principios del XX, antiguos pueblos con resonancias exóticas pugnan por renacer entre imperios moribundos. Su fuerte determinación provoca y alienta lejanos conflictos locales que insospechadamente terminarán ensangrentando a todo el continente y al mundo entero.
Muy pocos son los capaces de vislumbrar las consecuencias del conflicto en ciernes, que alterará para siempre los valores de personas y naciones. La mayoría de los complacidos ciudadanos europeos, embriagados de un nacionalismo excluyente, se lanzaron a aquella bélica aventura veraniega como un modo de sacudir sus monótonas existencias.