Esta obra de Dennis Altman ofrece un análisis polémico y poco frecuente sobre los cambios que promueve el mundo-aldea global en las maneras de entender y admitir la sexualidad. En efecto, el creciente avance del mercado está derribando las antiguas estructuras sociales basadas en prohibiciones religiosas y culturales, al tiempo que intenta uniformar los esquemas sobre sexo e impone los conceptos occidentales sobre consumo y autorrealización. No obstante, las diferencias persisten e, incluso, se agudizan, sobre todo en los estados que no tienen los medios para incorporar a sus poblaciones al cauce de los cambios socioeconómicos. Así, el orden político y los patrones domintes de sexualidad y género no se benefician de la supuesta libertad sexual subyacente, pues se trivializa su clara interconexión con la justicia social, aun cuando los temas de anticoncepción, violencia sexual y sida constituyen preocupaciones y peligros reales, en particular para los más pobres.