Hanna Payne despierta en una habitación blanca llena de espejos que bloquean el ojo de las cámaras, las que transmiten cada uno de sus movimientos a millones de personas, y descubre que toda ella es de color rojo. Su piel fue alterada genéticamente para coincidir con el tipo de delito que cometió: asesinato. En esta novela, situada en Estados Unidos y en un futuro próximo, la mayoría de los criminales son cromatizados con distintos pigmentos: el azul es para los violadores de niños, el amarillo, para los que cometen un delito menor. Hannah, que se ha dedicado a la Iglesia y a su familia, fue condenada por haber abortado ilegalmente y por encubrir el nombre del padre, quien la llevó a conocer el deseo y el amor prohibidos. Al salir de aquella habitación, regresa al mundo exterior, donde los cromatizados como ella son rechazados y odiados por una sociedad atroz que no los deja vivir. Portando esta piel roja, Hannah cambia de creencias religiosas y encuentra un camino diferente, en el que su gama de color ya no es motivo de repudio.