Antes de poner en práctica estas técnicas o este tratamiento para mejorar la atención, es necesario saber todo lo que se pueda acerca del problema que se trata de remediar. Conviene conocer si el problema es real y analizar todos los factores que lo condicionan, son éstos los pasos previos para enfocar correctamente el problema. Después de examinado éste en todos sus aspectos, se puede pensar en aplicarle alguna solución, la que sea más adecuada para resolverlo. En la mayoría de los casos será suficiente este tratamiento, pero en otros se necesitará algo más, combinando éstos con otros medios o insistiendo más en unos aspectos que en otros. Este tratamiento no puede llevarlo a cabo el alumno solo, él va a hacer lo principal, pero necesita también de la ayuda de alguien que le controle y oriente en la realización de las tareas. Los controles se establecerán, a ser posible, semanalmente, en estos controles se revisa con el alumno todo lo que ha hecho hasta ese momento: número de ejercicios que hace cada día, momento y lugar, cuánto tiempo le llevan, dificultades, aclaraciones, etc., además, se le debe animar a ser constante y que no se deje vencer por las dificultades. La persona que va a controlar este tratamiento tiene que conocerlo muy bien de antemano y, a ser posible, estar un poco enterado de estas técnicas, de esta persona va a depender en parte la marcha del tratamiento. El tratamiento comenzará con una motivación adecuada: se hará consciente al alumno de su problema, haciéndole ver las dificultades que le ocasiona en el aprendizaje, la insatisfacción y el desánimo que le produce, igualmente se insistirá en la necesidad de superar el problema, proponiéndole estos ejercicios como solución, con las ventajas que tienen de sencillez, eficacia y el poco esfuerzo que exigen. Además se debe requerir del alumno su aceptación, libre y voluntaria, para llevarlo a la práctica.