Dejemos a un lado creatividad, plástica, colorido y demás. Estás primeras palabras sirven para orientar en la forma y actitud a adoptar para hojear este libro, y únicamente pretenden ser una especie de manual de posición. Si por un casual tus inquietudes van más allá, puedes volver a contemplarlo por segunda vez con intenciones más intelectuales, lo que será un halago. Pero vamos al grano, olvidándonos de la vieja perogrullada de si erotismo, si pornografía. Busquemos un rincón tranquilo, un silloncillo confortable y blando, aunque también sirve una cama con sábanas llenas de pliegues. Cojamos el libro y apoyémoslo en el brazo del sillón o de la almohada, y movamos sus páginas con la mano izquierda (de ahí su formato pequeño y cómodo para este uso). Desprendámonos de ropas tiesas e incómodas, aunque se admite un ligero camisón o pijama. Y después de deslizar los dedos de la mano derecha suavemente por los labios, que anteriormente habremos humedecido con la lengua, descenderemos masajeándonos ligeramente a un lado y a otro del cuello, seguiremos con la mano abierta sobre el pecho, recreándonos unos instantes jugueteando alrededor del ombligo, hundiéndonos un poquito en su cavidad. Con el dedo índice, o quizás con el índice y el corazón, estirados mientras los demás quedan relajados o formando con todos ellos una hermosa ?O? según seamos del sexo femenino o masculino, bajaremos a la entrepierna con todo el deseo de quedarnos húmedos. A partir de esta operación simple y gratificante podremos comenzar empleando la mano izquierda para pasar las páginas, teniendo muy en cuenta que la mano derecha no olvide su cometido y siga con los suaves movimientos que nos son tan conocidos. Espero que cuando este libro llegué a su fin, la mano quede impregnada con los sagrados líquidos de nuestras entrañas y que las páginas hayan salido ilesas de la hazaña (resultaría incómodo y pegajoso para una segunda ojeada). Para el autor sería todo una satisfacción que todos los pasos de este manual se puedan desarrollar satisfactoriamente.