La extensa bibliografía relativa a las economías exitosas de Asia suele tratar con descuido el principal factor productivo: la población. Con el afán de ir más allá de esa tendencia, e trabajo población y políticas sociales en Japón y México, 1870-1990 pone de realce algunas de las múltiples dimensiones de la relación entre recursos humanos y desarrollo económico. El texto está organizado en torno a la idea de que los procesos sociales no son aleatorios, sino determinados por el contexto socioeconómico. Este determinaría, por una parte la posibilidad de que los procesos sigan una tendencia definida, pero por la otra, la realización de esa posibilidad depende única y exclusivamente de los individuos considerados en forma aislada o colectiva. Así la relación entre la percepción del entorno social y las decisiones individuales y colectivas se establece gracias a la mediación de un proceso de racionalización ejecutado por cada individuo. En este marco, las funciones de los individuos y de las autoridades públicas han tenido una importancia de primer orden para la consecución de los objetivos de dos proyectos de nación tan disímbolos como los de Japón y México. Contrastando las experiencias de ambos países, el autor busca extraer lecciones útiles para un México necesitado de nuevas respuestas para sus viejos problemas.