En un inclasificable ´ensayo surrealista ´ de prosa poética, Roger Caillois descarta las ciencias y las artes que nacen de las piedras, elementos ancestrales, para observar a la materia desnuda expuesta a las interperies, la que se atestigua por sí misma. Piedras rememora sobre la mitología y las leyendas, las propiedades físicas, esotéricas y medicinales, pero se concentra en su belleza, transformando la geología en admiración y en metáforas fantásticas.
La rosa de arenas, el cuarzo fantasma, geodas, mármol, metal y obsidiana, todas encuentran una voz en las imágenes. Piedras venidas del cielo o del mar, desde el Nilo hasta Atenas y Roma en la antiguedad clásica, pasando por México y China, país este último al que dedica un lugar especial.
´Es cuestión de escala, toda piedra es una montaña en potencia´, nos dice Caillois. En Piedras, texto ya clásico, hace una deslumbrante construcción del mundo a partir de estos elementos que, impertubables, han visto pasar los siglos.