El extraordinario talento del joven Pablo Ruiz Picasso se manifestó a muy temprana edad, especialmente por que odiaba la escuela y, al parecer, era muy mal estudiante. Al pequeño Picasso le gustaba pasar el tiempo dibujando. Su padre, que era pintor y profesor de dibujo, reconoció en seguida las dotes de su hijo y le animó a cultivarlas. El prematuro interés del muchacho, unido a las clases de dibujo y pintura, le permitió terminar los estudios académicos de arte en un santiamén y obtener sus primeros éxitos en diversas exposiciones oficiales antes de alcanzar la mayoría de edad. A pesar de que Picasso se apartó muy pronto y de forma radical de la tradición académica, la sólida formación que recibió fue la base de su actividad artística. Muchos de los motivos que se repiten una y otra vez a lo largo de su obra, como las palomas, las escenas taurinas y los autorretratos, tienen su origen en esta etapa de juventud.