La filosofía no existiría sin el asombro, sin la curiosidad por entender el mundo. Así lo dijeron ya Platón y Aristóteles. Pero hoy en día, en que lo entendemos casi todo...ö tenemos que inventar los medios para recuperar este asombro, y la mejor manera para ello es acercar la filosofía a nuestra vida cotidiana.áSe trata, pues, de desconectar nuestros dispositivos electrónicos, de apagar las pantallas y de dedicarnos, aunque sólo sea por un breve espacio de tiempo, a vivir sin filtrosö y recobrar las pequeñas cosas de nuestra existencia. Entonces podemos aventurarnos a inventar países, a medir el mundo con un camembert, a contemplar un envase como si fuera un cuadro, a intentar olvidar nuestro apellido, a fabricar sobre el terreno desajustes horarios... En definitiva, se trata de jugar y de recobrar nuestra capacidad de filosofar.
