La de Azafrán y Obituario ha sido una de las mejores ideas: establecer el Tribunal Supremo de Justicia Infantil, encargado de juzgar y sentenciar a los papás que cometan faltas contra los hijos; por ejemplo: obligarlos a leer, ponerles nombres raros, prometerles premios que no piensan darles y hasta hacerlos venir al mundo sin su consentimiento. Naturalmente, el tribunal se compone sólo de niños, aunque su jurisdicción se limite a las narraciones que hacen los dos amigos, a pedido de sus compañeros.