¿Dónde, cómo se forjan nuestras creencias profundas, esas que dan sentido a nuestra vida? En una gran medida, en el ámbito de la familia. El testimonio de nuestros padres nos inclina en un sentido o en otro, nos hace ver las cosas desde una perspectiva.
Jesús nos habla constantemente de la oración, él la practicaba de continuo, vivía constantemente en presencia de su Padre. Es en la oración donde tomamos conciencia de nuestra vida con Dios, es en la oración donde tomamos conciencia de que tenemos un Padre que nos ama, de que somos hijos de Dios, de que ya estamos salvados. La oración es un proceso de habituación a la vida con Dios, en la fe. En espera del encuentro definitivo que ya empezamos a pregustar en esta vida.
La familia ha tenido que adaptarse, tiene que seguir desempeñando sus mismos cometidos de otro modo. Y entre esos cometidos, para los cristianos, la educación en la fe tiene una importancia esencial. De esa educación en la fe forma parte la oración. La familia sigue teniendo que responder a la petición de los apóstoles: Señor, enséñanos a orar.