¿Cuántas veces cierra uno los ojos para no ver y cuántas para ver mejor? es la pregunta que abre este libro que trata, entre muchas otras cosas, del arte de saber mirar. Del recuerdo que llega en el momento preciso, y del olvido que nos protege como un escudo tenue y milagroso que nos libra de algus heridas pero se deja atravesar por las olas. Las olas -dice Ángeles Mastretta- son como los problemas: a veces uno los libra saltando, a veces hay que hundirse en ellos y tomarlos por abajo, y a veces es imposible evitarse la revolcada. Abriendo y cerrando los ojos, Mastretta escribe estos relatos que ilumin el universo cotidiano: viaja al pasado y al futuro, lee viejos diarios, recupera momentos y lugares, versos y sabios consejos, rostros y anécdotas, desempolva héroes reales e inventados: u abuela que se vuelve licenciada, Luis Miguel, Cortázar y los cronopios, Jane Austen y la propia Ángeles Mastretta soñando u novela o peindo a su hija frente al espejo, un perro amigo de Quevedo, un médico que da permiso para fumar y emborracharse, Marcello Mastroianni, u lectora adolescente que se ha ido a vivir con su profesor de literatura, u mujer que oculta su enfermedad para evitar el dolor de quienes la quieren, u pareja de conversadores que se citan puntualmente, cada día, para contarse sus secretos por teléfono. El mundo ilumido nos devuelve la certeza de que la felicidad es inevitable y de que a veces somos como esos chicos de uno de los relatos: queremos que nuestro globo llegue al cielo, hasta que descubrimos que un globo puede ser más divertido en la tierra, transformado en u bola de fuego azarosa y efímera.