La tarde del 16 de agosto de 1773, en la casa generalicia de los jesuitas en Roma entraron los prelados Macedonio y Alfani, llamaron a la portería al padre general Lorenzo Ricci y a sus asistentes, y se les leyó el breve Dominus ac Redemptor que sancionaba la supresión de la Compañía de Jesús. A un tiempo, todas las casas de los jesuitas quedaron cercadas con soldados y alguaciles. El padre Ricci, con ejemplar espíritu de fe, humildad y acatamiento, contestó: ´Yo adoro las disposiciones de Dios´.á´¿Por qué esa saña y urgencia de eliminar a los jesuitas?´, se pregunta Francisco Migoya, ´¿eran tan malos o tan poderosos que representaran un peligro social?, ¿qué crímenes cometieron o de qué eran culpables?´. Este libro ofrece un relato sensible y sintético de los acontecimientos que llevaron a la extinción de la Orden, los pesares que enfrentaron sacerdotes jesuitas en todo el orbe, la precaria supervivencia y la merecida restauración de la Compañía en 1814.