FIODOR MIJAILOVICH DOSTOYEVSKI
En un breve prefacio a estas Memorias del subsuelo, su autor nos advierte que, si bien son imaginarias, su protagonista reúne de manera inevitable una serie de rasgos propios de su época: «... individuos como el autor de estas Memorias no sólo pueden existir, sino que por fuerza han de darse en nuestra sociedad, sise hace cuenta de las circunstancias en que, por lo general, esa sociedad nuestra se desenvuelve». De este modo, Dostoievski nos relata que el hombrecillo resentido, vengativo, zalamero, sádico y atribulado que parece deleitarse en contarnos las sucesivas humillaciones y actos de desprecio a los que él mismo se somete, es el prototipo del individuo moderno, en su búsqueda constante del éxito y el reconocimiento de sus pares.áLa principal tragedia del narrador de estas Memorias es que si bien desprecia al oficial del cual debe apartarse cada vez que se topan en la calle, a los camaradas que lo desdeñan porque no comparte sus altos cargos y honores ni sus múltiples conquistas sexuales, a la prostituta Liza a quien humilla tan sólo porque puede hacerlo, en el fondo los envidia genuinamente y cambiaría toda su lucidez por convertirse durante un día en cualquiera de esos seres que pueden vivir la vida sin estar en constante lucha consigo mismos.áEn sus Diarios, Dostoievski formuló el «suicidio lógico», que es consecuencia de la contradicción implícita en la que la naturaleza da al hombre la inteligencia suficiente como para comprender que jamás entenderá el sentido de su propia vida. Precisamente para evitarlo, el narrador de estas Memorias encuentra consuelo en exponernos su miseria por escrito. Por fortuna, los demás podemos dar con una alternativa mucho más asequible: el inmenso deleite y alivio que produce leer las Memorias del subsuelo de Fiódor Dostoievski.