DABBAH MUSTRI, HERLINDA MUSTRI
Al liberarse de los rígidos cartabones de la jerga y de la orientación exclusiva hacia el diagnóstico, los médicos han logrado que se suelte su pluma y florezca su vena literaria. Tantas historias y relatos que se han quedado acaso en los recuerdos, tantas experiencias inspiradoras que no han sido compartidas. La anécdota ha sido menospreciada y hasta satanizada entre los escritos médicos y el solo hecho de que se califique como tal justifica el rechazo por los cuerpos editoriales de las publicaciones médicas periódicas. Pero la llamada ´medicina narrativa´ ha reivindicado lo subjetivo, ha hecho honor a los sufrimientos del paciente, ha legitimado la subjetividad de los médicos y les ha dado permiso de abandonar las restricciones de la ciencia y la técnica para explorar más lo específicamente humano. No solo las capacidades literarias de los profesionales de la medicina ilustran aquí sino la variedad de expresiones de las enfermedades, la multiplicidad de contextos en que se da el proceso, el espectro de emociones que se viven y la individualidad de cada caso con lo que se da cuenta la complejidad que significa el ejercicio clínico el que difícilmente encaja en el reduccionismo forzado de las ciencias biológicas. La práctica clínica es, sin duda, una experiencia literaria.