En los tres primeros años de su existencia infantil, el ser humano adquiere las facultades que le proporcionan la posibilidad de su existencia humana. Aprende a andar en el curso del primer año de vida, adquiere el habla en el segundo y experimenta el despertar del pensar en el tercero. Para el autor, son los pasos que la parte espiritual del ser humano efectúa durante su desarrollo en la más tierna infancia. Aquí no se trata, pues, de la evolución de la naturaleza animal y vegetativa del niño. Ello de ningún modo significa que haya que mirar con desprecio esta parte de la existencia humana. Pero su desarrollo ya se ha descrito muchas veces. En cambio, el andar, hablar y pensar se han investigado poco, conforme a su dignidad. El libro concluye exponiendo la culminación del desarrollo de las tres facultades espirituales en los tres sentidos superiores del ser humano: el sentido verbal, el sentido del pensamiento y el sentido del yo.