- Todo el rato. Estoy siempre abriendo puertas. Quizá... ?Zee guardó silencio y miró de nuevo a su alrededor
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Vámonos a casa. Y entonces Charlotte sí que oyó algo. Algo sibilante que se arrastraba, algo ominoso y cercano. Su estómago se pegó una zambullida. Y además de oír algo, también lo sintió. Era tenebroso y siniestro. Le empezó a escocer la piel.
Pero ya era demasiado tarde. Allí, justo delante de ellos, había dos seres semejantes a hombres, dos seres de piel lívida y ojos amarillos de mirada mortífera incrustados en caras esqueléticas.