Corre el año 1928. Freddie Watson todavía lamenta la pérdida de su hermano, el cual falleció en la Primera Guerra Mundial. Mientras Freddie se adentra con su coche entre las montañas de los Pirineos franceses, sufre un accidente provocado por una fuerte tormenta de nieve. Se refugia en un cercano pueblo abandonado, donde se encuentra con una hermosa y cautivadora mujer. Se pasan toda la noche charlando animadamente de amor, de pérdidas y de la guerra. Pero cuando amanece, Fabrissa ha desaparecido y Freddie se da cuenta de que él tiene una llave que abre un antiguo misterio que le arrastrará a la profundidad de las montañas, a una cueva en la que ese misterio ha permanecido oculto durante más de 700 años. Las tierras escondidas y secretas del sur de Francia no sólo sirven como telón de fondo de la novela, también han visto mucho derramamiento de sangre a lo largo de miles de años, son una parte del mundo en la que la prehistoria, la mitología y la historia se funden en la suerte de escenario vacío inspirador de Los fantasmas del invierno. Kate Mosse nos brinda además una historia de amor fascinante, con una atmósfera bien lograda, un tono de misterio, de especulación sobrenatural y un tiempo fuera del tiempo. Los fantasmas del invierno se sitúa en esa tradición de escalofriantes historias de fantasmas, que al mismo tiempo de que son estremecedoras nos hacen reflexionar sobre la muerte, el duelo y acerca de nosotros mismos.