En 1908 y antes de tres años de silencio que finalizarón con Los Invisibles, su última pieza, Gregorio de Laferrere estrena la que habrá de ser su obra más representada y leída y con la que alcanzó su mayor éxito al subir a escena 146 veces consecutivas en su primera puesta: las de Barranco. En esta obra van a aparecer, estructurados ahora en un nítido conflicto dramático, varios de los elementos apuntados en las piezas entariores, Jettatorte (1904), Locos de verano (1905) y Bajo la garra (1097).