La poesía de Jorge Pacheco es un haz de luces y silencios. Es quimera, es agonía, es amor vibrante. Rilke decía que uno de los temas más difíciles en la poesía es el del amor. Y es verdad pues los ecos no deben resultar grandilocuentes, la pasión no conviene que sea melodramática, los susurros deben ser dichos al oído, el sentimiento en sí es difícil describirlo con palabras. Sin embargo, la poesía amorosa de Jorge Pacheco es murmullo continuo en metáfora inaugurada por una voz sensible y armoniosa, tranquila y turgente. Bienvenida sea la voz del poeta que ilumina los senderos, da cobijo y calma la sed, abriga al nómada y protege a quien precise de un cielo escampado para resguardarse de la soledad.