Trancurridos trece años de la primera elección de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela y con más de una docena de gobiernos en Centro y Sudamérica considerados de izquierda o progresistas, ya no basta con hablar de «nuevos» movimientos sociales y de la «búsqueda» de alternativas de izquierda. Hoy tenemos que preguntarnos en qué medida esos movimientos rebasaron la protesta social y desarrollaron la capacidad de luchar por una transformación revolucionaria, y cuáles son las probabilidades de que los gobiernos de izquierda se enrumben hacia la edificación de sociedades «alternativas» o se conviertan en un paréntesis que contribuya al reciclaje de la dominación del capital. Ambas posibilidades coexisten y la balanza se inclinará, hacia una u otra dirección, en la medida en que las fuerzas de izquierda sean capaces de desarrollar la teoría de la revolución social, y de derivar de ella objetivos, estrategias y tácticas, líbrese esta lucha en la oposición o en el gobierno.