La lineación es uno de los destinos posibles de la actividad del pensamiento del sujeto, cuya meta es tender a un estado de conflicto-cero, a abolir toda duda que pueda cuestionar sus ideales o confrontarlo con una contradicción, una inconsistencia o una vacilación del propio juicio. Desde luego, los psicoanalistas no están extensos de esa ´tentación´ alineatoria, y en ese sentido su práctica exige una permanente interrogación. Este libro analiza cómo utilizan los psicoanalistas las teorías, como transmiten sus saberes ´consagrados´ y en qué medida la institucionalización de esos saberes obtuviera nuevos modos de pensar el sufrimiento humano. Sin duda, el psicoanálisis fue alguna vez un movimiento instituyente. Pero, ¿lo sigue siendo? ¿O se ha transformado en un instituido que resiste muchas de aquella premisas que dieron sentido a su aparición novedosa en el campo del saber? Daniel Wisbrot > indaga en los ideales del analista, en los diversos modos como procesa la deuda con sus orígenes y en los efectos de las instituciones psicoanalíticas sobre su subjetividad. Pues sólo así, concibiendo el legado freudiano como una obra en construcción, abierta al cambio y a la recomposición sostiene el autor, puede mantenerse vivo el espíritu del psicoanálisis.