Una de las formas más eficaces de estigmatización de las actuaciones médicas y de los profesionales de la salud que desempeñan su labor sanitaria tanto en las comunidades rurales como en las grandes ciudades del área altiplánica de Bolivia es su identificación con un personaje maligno que busca los fluidos humanos, la grasa en principio, pero también la sangre, que emplea, según los relatos de los pobladores aymaras, para la satisfacción de diferentes fines y la elaboración de variados objetos y sustancias, entre los que destacan los productos farmacéuticos y los diversos tipos sanguíneos que se utilizan en las unidades hospitalarias. Este terrible personaje es el kharisiri. El libro presenta tres capítulos claramente diferenciados: el primero está dedicado a los ´sacamantecas´ ibéricos, sus antecedentes históricos con referencias constantes al cuerpo humano como generador de productos farmacológicos, pero también procedentes del dominio de la hechicería y la medicina, incluyendo aportes de la prensa local sobre algunos criminales contemporáneos identificados como ´sacamantecas´, el segundo capítulo se centra en el estudio del kharisiri aymara, antecedentes coloniales, características etnográficas contemporáneas, incluyendo una reflexión político sobre el personaje y sus actuaciones que afectan al propio concepto de ´ser humano´ entre las comunidades del altiplano, el tercer capítulo deslinda las relaciones existentes entre el kharisiri y los profesionales de la salud como ejemplo del extrañamiento y de la desconfianza que se produce entre los modelos médicos aymaras y los propios de la medicina científica o biomedicina.