La filosofía ha tenido siempre una rama, a veces secreta, a veces a la vista de todos, muy cercana a la literatura, que viene desde los más lejanos orígenes -en Heráclito ya es en cierta manera ruina-, que utiliza la imaginación y el desenfreno que los sistemas casi nunca permiten: el poema, el fragmento, la parábola, el aforismo, el apunte, incluso la novela permiten hoy al filósofo un pensamiento libre, que oscila a su gusto entre la intuición y el dato, entre la documentada fecha histórica y la más inventiva anécdota, y puede hacer de la precisión fantasía o a la inversa. No es extraño que el filósofo colombiano Julián Serna Arango, (Bogotá, Colombia, 1953) haya estudiado a Borges, pocos escritores como el argentino son a la vez filosofía muy profunda y parodia de ese pensamiento. Tampoco es extraño que Serna -entre sus principales libros están Somos tiempo. Crítica a la simplificación del tiempo en Occidente y Finitud y tiempo. La rebelión de los conceptos- recurra al aforismo y al fragmento como ´forma´ del pensamiento en Heterodoxias, para tratar de orientarse en ese problema, el tiempo, que de Proust a Beckett, es nodal en nuestra cultura, para asumir (desde el título mismo) una función no marginal sino al margen de los discursos dominantes, lejos, tan lejos como sea posible, del dogma.