Era un hombre altruista y moderado. Vivia honestamente, alejado de las tentaciones mundanas, solía decir que quien se dedicara a nuestro arte, debia mantenerse sereno y con los pensamientos despejados, y quien quisiera representar la vida de jesucristo, debia estar siempre al lado de este. En pocas palabras, este hermano de la orden, nunca ponderado lo bastante, era humilde y discredo en todas sus acciones y palabras, habil y piadoso en su pinturas. Los santos que pintó tienen más aspecto de verdaderos santos que los que cualquier otro maestro.