Los ferrocarriles, desde su llegada a México en 1850, son parte fundamental de nuestra vida económica, cultural y social, y su desarrollo está en el corazón de nuestra historia moderna y contemporánea. Innumerables obras arquitectónicas y de ingeniería, locomotoras, coches, vagones y furgones, maquinaria, un sinfín de herramientas e instrumentos, documentos, conocimientos y prácticas técnicos y científicos, además de costumbres, formas de trabajo, festividades y tradiciones que integran la identidad del gremio forman la herencia cultural generada por el ir y venir de los trenes a lo largo y ancho de nuestro territorio durante más de 160 años. La conservación del patrimonio histórico y artístico ferroviario es una tarea que ha ganado cada vez mayor reconocimiento y validación. A mediados del siglo XX, la sustitución de las locomotoras de vapor por las máquinas diésel eléctricas puso de manifiesto la importancia de conservar este legado histórico y en consecuencia Ferrocarriles Nacionales de México (FNM) separó más de un centenar de esas locomotoras para destinarlas ´al museo´ y evitar que terminaran en la fundición. El museo fue un sueño para el gremio hasta 1988, cuando la paraestatal inauguró el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM) en la antigua estación del Ferrocarril Mexicano de Puebla, edificación inaugurada por el presidente Benito Juárez paso a una nueva etapa en la valoración y conservación del patrimonio cultural ferroviario.