Era una mujer de treinta y siete años que había pasado la última parte de su vida en prisión. Así empieza Esos cielos La protagonista, recién puesta en libertad, regresa en autocar a Bilbao. A partir de ahí, asistimos a un viaje que es a la vez físico, emocional y mental. Durante un tiempo limitado y en un espacio cerrado, el lector tiene la oportunidad de recorrer con el personaje un trayecto que no admite pausas, un itinerario poblado de voces y de sueños. No hay metáfora de la vida tan válida como el viaje. En este caso, incluso los sueños forman parte del trayecto, bien sea porque nacen del pasado o porque representan los anhelos del futuro. Bernardo Atxaga es sin duda una de las figuras más destacadas de la narrativa contemporánea vasca.