Estas dos obras, consideradas como las mejores comedias de Shakespeare, pertenecen a las llamadas comedias románticas o de amor, con una trama llena de enredos y equívocos que culmina en un final feliz.
El sueño de una noche de verano se configura como la pieza más singular y popular. En ella conviven y armonizan el mundo real y el sobrenatural, el deseo y la razón, la cordura y la locura, en una mezcla de tradiciones que Shakespeare reinventa y transforma para crear un mundo de ensueño, infantil y lúdico, rico en posibilidades escénicas, que da vida al contraste entre imaginación y realidad.
Noche de reyes supone la despedida de las comedias románticas, con elementos que perfilan ya la comedia de carácter, en un prodigio de síntesis que aúna el más crudo realismo con la melancolía más tenue. Su trama contiene los momentos cúlmenes de las comedias de Shakespeare, la escena más cómica junto a la más lírica del autor.
La traducción de Ángel Luis Pujante mantiene la extraordinaria variedad poética de las dos piezas: el lenguaje formal y coloquial, lírico y burlesco de la primera junto a la libertad compositiva de la última.