Estos dos magníficos relatos constituyen una prueba acabada de las excepcionales dotes de Doris Lessing para la narración corta. Con sutileza y fina ironía, dando tanto relevancia a lo explícito como a lo sugerido, cuenta dos historias de temática muy distinta pero aunadas por un mismo sentimiento: el incorregible ahínco con que los seres humanos intentamos ocultarnos la postergación y la frustración que depara toda vida, valiéndonos de los convencionalismos sociales, la hipocresía e incluso la imaginación más desaforada. En El día en que murió Stalin la protagonista se ve arrastrada a un absurdo y vano ritual social en un estudio fotográfico de Londres, precisamente el día en que se publica la noticia de la muerte del dictador soviético. En La mujer, dos elegantes militares retirados, un inglés y el otro alemán, confraternizan a la fuerza en un balneario británico, patéticamente hechizados por una joven y hermosa recamarera que, aparte de burlarse de ellos, consigue extraer lo peor de cada uno.