Érase una vez una época en la que todos, incluso los niños, habían olvidado a las hadas y no sabían pedir deseos. Unos magos astutos habían hechizado a las personas y llenaban sus corazones de esperanza: una dulzura que tranquilizaba a todos y que, como su nombre lo dice, sólo servía para esperar y no hacer nada. Pero un día todo cambió. María del Cielo, que era una idea intangible, se convirtió en hada y bajó a la Tierra para recordarles a los niños que sus sueños pueden volverse realidad y enseñarles cómo hacerlo.