En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía un hidalgo.Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, una sobrina que no llegaba a los veinte y un mozo joven que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera.áFrisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años. Era seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Dicen que llevaba el apellido de Quijada o Quesada aunque algunos dejaban entender que se llamaba Quejada. Pero esto poco importa a nuestro cuento...