Hoy el dinero ha usurpado toda la atención de la humanidad y se ha convertido en el dios del mundo. Por él muchas personas son sólo una sombra de sí mismas, y tras esa obsesión por el dinero encontramos, agonizante, al verdadero ser humano. Afrontar con sinceridad y valentía nuestra relación con el dinero es algo que nos permitirá alcanzar nuestra dimensión más humana. No podemos ser libres si no conocemos qué fuerzas e impulsos nos condicionan. Teniendo en cuenta que el sistema de mercado somos todos, si todos cambiamos nuestra manera de pensar, de ser, de actuar y de invertir nuestro dinero, cambiará el funcionamiento y la dirección que tome el modelo económico. Esto no es utópico. El Estado, la banca, la industria se mueven a instancias del dinero que manejan los individuos, los ciudadanos, la colectividad. Por tanto, el poder del ciudadano no reside tanto en su voto, como en la dirección a la que dirija su dinero, s forma de consumir y de invertir sus ahorros.