Los encuentros internacionales que convocan a actores diversos (países, culturas, visiones, ideologías, profesionales y ubicaciones laborales o sociales) resultan momentos privilegiados de reflexión para evaluar procesos y proponer nuevas opciones de desarrollo. Sucede, no obstante, que siempre terminan por ser más abundantes los diagnósticos sobre procesos y realidades que las terapias o soluciones, pues siempre será riesgoso proponer modelos o salidas en escenarios cambiantes y complejos como el latinoamericano. Tampoco es tarea de estos encuentros dar conclusiones definitivas ni respuestas categóricas dado, que las realidades son diferentes, los procesos que en ellas se viven, diversos y desiguales, y sobre todo en permanente movimiento y transformación.