Todos llegamos a la vida cuando ésta avanzó sobre el tiempo de nuestros padres, asistimos a una película ya comenzada. En esa dinámica se va la niñez, lo que rodea al niño va conformando su mundo emotivo y de acuerdo a como lo traten aprenderá a ser cariñoso. Los niños absorben todo de acuerdo a lo que ven, miran y viven, todos los modelos de comportamiento son importantes, a la mirada del niño, no dejan de atender lo que les rodea y tarde o temprano las experiencias infantiles resultan determinantes en el proceso de desarrollo de la individuación, el estilo de vida personal y el manejo emocional. La sabiduría popular reza ´el ejemplo arrastra´, esta gran verdad va de la mano con el proceso de imitación tan presente e importante para la integración del yo. Los niños perciben con mucha más claridad los sentimientos. Si los modelos de los adultos son contradictorios, fácilmente se confundirán y sin saber obrarán de propia voluntad, entrando en conflicto consigo mismo por no saber explicarse el porqué se actúa así, por otro lado, habrá conflicto con los adultos, sobre todo la madre o el padre, por no sentirse aceptado, es frecuente durante el abandono del padre, que el niño se encuentre en una edad en la que en lugar de estar protegido, se encuentra amenazado, rechazado y abandonado. Si la separación fue violenta y inamistosa, la autoestima del niño crecerá disminuida por la consecuente pérdida de oportunidades de recibir aprobación. La familia constituye el espacio de relación donde la individualidad puede brindar su mejor perspectiva, es el lugar donde todos deberíamos tener nuestra mejor experiencia. Sin embargo por desgracia en ella se obtienen muchas de las peores experiencias. En realidad para los niños todo adulto resulta un modelo, es fácil verlos como observan con atención el comportamiento del adulto para obrar en consecuencia, están aprendiendo lo que hay a su alrededor y lo imitan.
